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´El Nuevo Jeremías reflexiona desde su condición de cristiano, sin aditamentos, seguidor de Jesús de Nazaret.

Tú cíñete por tanto los costados, levántate y diles todo lo que yo te ordenaré, no tiembles ante ellos, de lo contrario, te haré temblar ante ellos. Hoy te constituyo en fortaleza, en muro de bronce frente a todo el país, frente a los reyes de Judá y sus jefes, frente a sus sacerdotes y el pueblo del país. Combatirán contra ti, pero no te vencerán.
Jer. 1, 4-5, 17-18

martes, 28 de julio de 2009

MENSAJE DE UN EXTRATERRESTRE



No entiendo la religión de los humanos que me han tocado en proximidad. Se dicen católicos; su maestro es un profeta que fue ajusticiado por el poder imperial romano en connivencia con la privilegiada casta sacerdotal hebrea. Su “buena nueva” anunciando el reino de Dios para los pobres resultaba revolucionaria para los defensores de un statu quo injusto e imperial. Bueno, pues resulta que los supuestos herederos de su desestabilizador mensaje se convertirían en los sucesores del Imperio Romano. Luego se han distinguido por hacer componendas con todos los poderes mundanos y sustentar su dominio globalizado a través de redes de intereses económicos y sociales a gran y pequeña escala. La historia de la Iglesia Católica desde el Edicto de Milán (313 d.C.) ha sido la de un poder omnímodo que no ha dudado en acudir a la represión y al derramamiento de sangre para salvaguardar la ortodoxia. El mensaje revolucionario de Jesús de Nazaret quedó enterrado oficialmente entre los muros del Vaticano, infructuosamente reclamado por cristianos todavía dignos de ese nombre. No conozco una impostura mayor en la Historia. Hoy, por ejemplo en España, como antes de la “Guerra Civil-Cruzada”, la jerarquía católica se alinea con las posturas más reaccionarias y con los poderes más rancios y alejados del espíritu evangélico (ellos prefieren llamarlo “humanismo cristiano” (entelequia que traviste de sagrado al neocapitalismo puro y duro). ¡Pobre Iglesia, tan lejos de Cristo y tan cerca de los banqueros, meapilas y salvapatrias! De judíos y musulmanes, mejor guardar silencio hasta que pongan en marcha el reloj. ¡Pobre Planeta Azul, tan cerca de Dios y tan lejos de la cordura!