Se suceden los síntomas: advenimiento del Papa Francisco, temores de la carcundia y maniobras de la curia, discursos anticapitalistas desde el Vaticano, reconocimiento del genocidio armenio más allá de la tradicional prudencia de la diplomacia vaticana... En España también hay indicios, más tímidos, pero ninguno comparable a la caída de Rouco Varela y de su Iglesia nacional-católica... Recientemente la revista Redes cristianas pidió con plena justicia un escrache para este cardenal retirado que se empecina en vivir en un palacio, a lo grande, cuando la crisis ha hecho estragos en una maltratada población española. Se merece el escrache por eser un ejemplo anticristiano, un representante de esa jerarquía eclesiástica que sigue antes al Poder que a Cristo, precisamente porque la doctrina del de Nazaret es claramente antipoder.
Poco a poco la Iglesia española parece desembarazarse de tan funesta herencia, aunque todavía falta mucho para ponerse al servicio de los humildes. El camino lo ha marcado la poderosísima y acaudalada Iglesia ortodoxa helena, que ahora apuesta por contribuir a saldar la deuda de su país (y de sus ciudadanos) con sus nada despreciables recursos. Esperemos que nuestros obispos sepan leer la lección que viene de la cuna de la democracia.